Recorrida por el típico barrio de La Boca.
Corrientes migratorias Italianas
La inmigración italiana en Argentina se refiere al movimiento migratorio más numeroso e importante que recibió históricamente nuestra República. Se dice que unos tres millones de italianos llegaron a la nación austral, asentándose esencialmente en las regiones centrales del territorio argentino. Desde la década de 1860 comenzó la migración italiana hacia Argentina. De todas formas, comenzó a ser masiva en la década de 1870 y parece haber durado hasta casi 1970. 100 años seguidos de recibir a millones de italianos que venían a nuestro país a trabajar, buscando mejoras económicas y sociales.
Luego de la recomposición de la Italia fragmentada tras las caída de Napoleón en 1815, la Italia unida inicialmente no tuvo una infraestructura estatal capaz de resolver los problemas locales de los ciudadanos y fue dominada por la corrupción, el desempleo (mayoritariamente rural) y la desigualdad entre las clases sociales, una situación que existió (y continúa parcialmente existiendo en algunos sectores de la sociedad italiana). Es por eso que muchos italianos decidieron buscar oportunidades en otros países. La Argentina de aquél entonces los esperaba con los brazos abiertos. La mayoría de los italianos que migraron a Argentina inicialmente fueron campesinos norteños, originarios de regiones como Piamonte, Liguria, Véneto, Friuli-Venecia Julia y Lombardía. Ya entrado el siglo XX, debido a la industrialización en el norte, la mayor parte de los llegados eran del sur italiano, sobre todo Campania, Calabria y Sicilia. Los inmigrantes del norte se asentaron principalmente en las zonas rurales, mientras que los del sur prefirieron las grandes ciudades.
En el gran fenómeno migratorio italiano hubo relación directa entre los inmigrantes genoveses y la Ciudad de Buenos Aires. Y particularmente, se asentarán en el barrio de la rivera. Donde hoy se asienta el barrio de La Boca era una zona hostil, pantanosa, desolada y con periódicas inundaciones. Pero a fines del siglo XIX comenzó a instalarse allí una pujante y creciente comunidad italiana con preponderancia de origen genovés que, poco a poco, fueron dándole vida y personalidad al barrio. Con el tiempo se fueron incorporando otros grupos de inmigrantes, españoles, griegos, alemanes y algunos dispersos grupos de franceses y sajones.
El barrio era un lugar de marineros de paso, con lo cual, se abrieron numerosas pulperías. En 1882 un grupo de genoveses firmó un acta que enviaron al rey de Italia comunicándole que habían constituido la "República de La Boca". La mayoría de las casas eran y son de madera y chapa con balcones de hierro que aún se conservan por las calles del barrio. Los colores de las casas representan una innumerable variedad, producto de los fondos de pintura que no se utilizaban en las fábricas de los alrededores y que los marineros traían a sus casas debido a que la pintura era costosa y la cantidad resultaba escasa para pintar toda una vivienda de un mismo color.
Es muy fácil perderse por las calles de La Boca. Innumerables conventillos reconvertidos en comercios de souvenirs, retratos fotográficos, locales de enmarcado y fileteado porteño, tangueros al estilo de la época que invitan a fotografiarse. También destacados restaurantes conservan aún hoy el estilo del barrio de aquellos años y elaboran auténticas parrilladas Argentinas que deleitan no solo a turistas, sino también a residentes locales.
Llegamos casi sin querer hasta la parrilla El Gran Paraíso. Allí nos recibió Mario el dueño del restaurant y mientras nos comentaba que paseos y lugares históricos podíamos recorrer no proponía entrar y sacar fotos de lo que necesitemos. Allí, en El Gran Paraíso atravesando el patio principa existe en el primer piso la reconstrucción de una típica habitación genovesa, donde vivió un grupo familiar a comienso del siglo XX. Su gentileza y amabilidad para con nosotros fue aún más allá invitándonos a comer, luego de sacar las fotos que quisiéramos. Así que aceptamos la propuesta y nos quedamos a comer un sándwich de vacío y de bondiola de cerdo. Demás está decir la calidad de éstos, que fue excelente.
Abandonamos el lugar en busca de nuevos paseos. Cruzamos las vías hacia la vereda de enfrente queriendo conocer el Museo Conventillo de Marjan Grum pero por desgracia no nos atendió nadie. Continuamos la recorrida por “Caminito” adentrándonos hacia el museo de bellas artes Quinquela Martín. Allí se encuentran la más amplia colección de óleos y aguafuertes de Benito Quinquela Martín realizados entre 1922 y 1967; también obras de las corrientes figurativas del arte argentino desde fines del siglo XIX y de artistas boquenses. Se exhibe una colección de mascarones de proa, realizados por artesanos anónimos con técnicas trasmitidas oralmente. En su terraza se destacan esculturas figurativas de artistas argentinos, desde fines del siglo XIX hasta mediados del siglo XX.
Abandonamos el barrio recorriendo las inmediaciones del estadio de Club Atlético Boca Juniors. Venta de merchandising, camisetas, gorros, banderas, bufandas en relación al club de la rivera pintan las calles de azul y amarillo sumándole más colores a éste típico barrio porteño que hoy en día conserva su fachada como en siglos anteriores.